Saturday, October 21, 2006

La ciencia

La ciencia
Francisco Javier Chaín Revuelta

Urgen científicos de todas las disciplinas para que quizá en algunos años la sociedad en que han nacido los ahora niños y jóvenes veracruzanos, dejen de padecer el actual infierno dónde ignorancia, fanatismo religioso, supersticiones, abuso del poder, salvaje capitalismo, salarios del miedo, salarios de hambre, hacinamiento, enfermedades, basura, prostitución y crimen legalmente organizado campean groseramente por sus fueros y pistolas.

Durante la semana del 23 al 27 de Octubre el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) promueve a través del sistema educativo del país la “Treceava Semana Nacional de la Ciencia y la Tecnología” con el propósito de motivar en especial a niños y jóvenes a que sean más curiosos y se conviertan en científicos.

Y, al principio, todo fue curiosidad. Deseo de saber. El deseo de conocer no ocurre a piedras ni demás materia inanimada, incluso no le ocurre a muchos organismos que apenas y los consideramos vivos. Un árbol no es curioso, o al menos no le reconocemos curiosidad alguna por su medio ambiente. El viento y la lluvia les llevan lo que necesitan y toman lo que pueden. Si les llega fuego, veneno, parásito y depredadores mueren estoicamente al igual que nacieron. Otros organismos desarrollaron movimientos independientes, lo cual es un avance en el control de su medio ambiente. Un organismo móvil puede salir a buscar su alimento. Entra al terreno de la aventura y curiosidad. El que vacilaba en la lucha competitiva por los alimentos perecía de hambre. La curiosidad sobre el medio ambiente fue el precio que se hubo de pagar por la supervivencia.

Un organismo que muestre así sea impulso simple de curiosidad lo reconocemos como una forma de vida afín a la nuestra. Al hacerse intricados los organismos adquirieron complejidad y sensibilidad. Empezaron a captar mayor número de variados mensajes del medio ambiente. A la vez (sin saber si es causa o efecto) se desarrolló el sistema nervioso, el instrumento viviente que interpreta y almacena los datos captados por los órganos de los sentidos.

Esto es muy importante porque llegamos al punto en que la capacidad para recibir, almacenar e interpretar los mensajes del mundo externo pueden rebasar la pura necesidad. Un organismo puede haber saciado momentáneamente su hambre y no tener tampoco, por el momento, ningún peligro a la vista ¿Qué hace entonces?

Algunos como las ostras se dejan caer en el sopor, pero los organismos superiores muestran instinto por explorar el medio ambiente. Juzgamos la inteligencia en función la curiosidad. El perro durante su ocio, olfatea acá y allá, eleva sus orejas al captar sonidos que nosotros no percibimos, lo consideramos más inteligente que el gato que durante su ocio sólo se relaja o dormita. Cuando más evolucionado es el cerebro, mayor es el impulso a explorar, mayor la “curiosidad excedente” El mono es sinónimo de curiosidad. El pequeño e inquieto cerebro de este animal debe interesarse, y se interesa en realidad, por cualquier cosa que caiga en sus manos. En este sentido, como en muchos otros, el hombre no es más que un supermono. fjchain@hotmail.com